Si me ves, exento de factores externos, huyes. Si mi aspecto consigue enfadarte, arremetes contra mí, como si de tu peor enemigo me tratara. Si tu día te proporciona esperanzas acerca del mañana, me ignoras, como si representara un fantasma que augura un mal sueño.
Las malas lenguas susurran acerca de mi condición. Sin quererlo, soy la viva imagen de la mala suerte.
A nadie le gustan los gatos negros. Todavía no sé muy bien por qué.
viernes, 29 de agosto de 2008
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2 comentarios:
Precisamente por todo eso, me encantan los gatos negros. Siento debilidad por los seres incomprendidos. Si me cruzo con un gato negro lo miro fijamente y me alegro pensando que voy a tener buena suerte ese día.
A mí me pasa al revés. Cada vez que veo un gato negro me acuerdo de alguien a quien echo de menos. Y no trae mala suerte, al revés.
=)
Un saludo,
Adri.
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